Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo. Efesios 4:26.

Nuestro texto de reflexión para hoy no es una invitación a ser enojadizos sino una aceptación de que existe el fenómeno de la ira aun en un cristiano, y que es legítimo estar enojados cuando ciertas situaciones lo ameritan.

Es decir, puedes y es legítimo que des a conocer lo que te hace sentir mal y te enoja, pero no debes permitir que eso te lleve a cometer malas acciones contra quienes te rodean, ni a albergar resentimiento. Debes poder, si quieres ser feliz, afirmar tu relación con la persona que causó tu enojo “antes de que se ponga el sol”. Por el contrario, cuando reprimes tu enojo, se empieza a gestar en tu interior el resentimiento, el rencor.

Por eso, en las relaciones humanas, y especialmente en las familiares y, dentro de ellas, particularmente las de pareja, es importantísimo no “guardarse” las cosas; es vital la comunicación, no solo de lo que pensamos sino especialmente de lo que sentimos. Es muy importante que expresemos lo que nos disgusta de los actos o las actitudes de quienes se relacionan con nosotros, en un clima de respeto, sin agresión, pero con claridad, porque de lo contrario nuestro “depósito” de enojo irá creciendo cada vez más hasta que ya no podremos controlar nuestras reacciones, y terminaremos estallando de una manera destructiva.

No obstante, es importante que centremos nuestro foco no en la persona sino en el problema, en aquello de su conducta que nos hace daño o nos disgusta, en vez de lanzarle acusaciones descalificatorias.

Por otra parte, es bueno que revises por qué algunas cosas te provocan ira. ¿Es siempre por motivos justos, por injusticias u ofensas reales y graves? ¿O es que tienes un amor propio demasiado grande y sientes como amenaza cualquier observación que se haga a tu conducta o a tu persona? ¿O es que eres demasiado perfeccionista contigo mismo y con los demás, y por lo tanto eres demasiado exigente con ellos y no puedes tolerar ninguna falla en su conducta? Debes aprender a ser tolerante con los errores ajenos. “Vive y deja vivir”.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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